Google fue la primera multinacional que invirtió dinero y recursos en diseñar lo que la ciencia-ficción lleva definiendo desde hace décadas: vehículos capaces de conducir solos, sin necesidad de que un conductor tenga el control del vehículo.
A partir de ese trabajo, a Google le ha salido mucha competencia, porque las grandes marcas del mundo del motor no han querido quedarse atrás.
Como resultado, todavía no encuentras coches que conduzcan solos de forma lo suficientemente fiable, pero sí encuentras alguno capaz de aparcar automáticamente y, en el caso de Toyota, sistemas semi-automáticos la mar de interesantes.
El sistema de Toyota no es capaz de conducir de forma automática, pero sí puede detectar cuándo se va a producir algún tipo de incidente, incluso antes de que el conductor siquiera se de cuenta de ello.
En ese momento, el sistema se activa y toma el control, frenando, cambiando de dirección o tomando las acciones que sean necesarias para minimizar o evitar el accidente.
De esta forma, el conductor siempre tiene el control, menos en estas situaciones de peligro donde un ordenador realiza los cálculos necesarios en una fracción de segundo.
Toyota ha denominado a su sistema ‘Ángel de la Guardia’ y sería capaz de obtener información de forma inalámbrica desde diferentes puntos, por ejemplo, podría detectar si el asfalto está resbaloso debido al hielo o si el conductor ha frenado bruscamente de golpe. En el momento en el que el peligro pasa, el sistema devuelve el control al conductor.
Es de esperar que, si estos sistemas fueran de serie y de forma obligada en todos los vehículos, el número de accidentes en carretera se reduciría de forma espectacular.