Conducir después de haber bebido alcohol es algo que no se debe hacer por los riesgos de seguridad que conlleva, todo el mundo sabe eso, pero resulta que un estudio realizado por la Universidad de Cardiff en el Reino Unido podría complicar un poco el tema.
Durante el estudio se instaló algo parecido a una caja negra que funciona de forma similar a la que encuentras en aviones. Esta caja registra el comportamiento del vehículo y encontraron que aquellas personas que sufren enfermedades comunes como resfriado o gripe reducen sus habilidades al volante en un 50%.
Esto significa peor tiempo de reacción ante un suceso inesperado y pérdida de concentración, lo cuál aumenta las probabilidades de sufrir un accidente de forma similar a cuando alguien conduce con alcohol en su cuerpo.
En realidad esto ya lo sabíamos ¿no? quiero decir que no hace falta que llegue ninguno de esos estudios estadísticos para contártelo, la diferencia es que, por algún motivo, una compañía de seguros británica (Young Marmalade) ha encargado el estudio como para hacerlo oficial. Según el encargado del estudio, el Dr. Christopher Ohl:
«Las personas enfermas con fiebre deberían quedarse en casa por muchas razones, incluyendo descansar y recuperarse y quizás deberíamos añadir la conducción segura a esa lista.»