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Hubo una época durante la ‘Guerra Fría’ en la que ambos bloques occidental y ruso dedicaban esfuerzos y recursos para conseguir un arma definitiva que fuera capaz de otorgarles una ventaja aplastante sobre el otro en terrenos tan extraños como la telepatía o el movimiento de objetos a distancia.

Uno podría pensar que una vez que la URSS desapareció, este tipo de investigaciones quedaron en el olvido, pero resulta que todavía encuentras alguna que otra sorpresa en ese sentido. Lo último que descubro es un arma capaz de enviar una radiación que afecta directamente al cerebro de una persona o de un grupo de ellas.

El efecto de este arma es doble. Por un lado emite radiaciones electromagnéticas formadas por ondas de baja frecuencia capaces de conseguir algún tipo de control mental y por otro puede producir una sensación de calor extrema y dolores fuertes de cabeza.

Al parecer, el control mental no es literal, es decir, no puedes enviar mensajes con órdenes que alguien obedecerá ciegamente, pero puedes enviar sugerencias de comportamiento. Imagina aquí calmar a un grupo de manifestantes para que elijan voluntariamente irse a sus casas o a un grupo de soldados que de repente prefieren el amor a la guerra y vuelven pacífico su comportamiento agresivo.

Lo más inquietante es que no se trata solo de un invento conceptual en desarrollo. Parece ser que ya ha sido probada para dispersar a una serie de personas durante unos disturbios. Simplemente

El mismísimo Putin ha sido el que ha presentado el arma y, según sus palabras, se trata de «un arma comparable a una bomba nuclear, aunque más aceptable en términos de ideología política y militar».

Personalmente, no tengo claro este último punto. En una guerra tradicional podías vivir, morir o quedar herido pero en cualquier caso sabes que estás en una guerra. Con sistemas como este, podrías convertirte en un zombie sin voluntad propia y, lo que es peor, sin ni siquiera ser consciente de ello. [Fuente e imagen herald, vía gizmodo]